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¿Se caen los pechos? ¿Da cáncer? Mitos y realidades sobre el uso (y no uso) del sostén

Muchas mujeres han dejado de usarlo desde la nueva ola del feminismo y la pandemia, pero aún hay muchas falsedades alrededor de su utilización. Especialistas aclaran estas desinformaciones y concuerdan en una cosa: vestirlo o no es una decisión personal.

“Ya no llevo sujetador. Lo siento, no importa si me llegan al ombligo, ya no lo llevo. Es muy, muy incómodo”, fue lo que contestó la actriz Gillian Anderson en una entrevista reciente, opinión que también coincide con la de la escritora feminista Roxanne Gay, y que en su caso sobrepasó los mil quinientos retweets: “Me puse un sostén desde quién sabe cuándo y mis pechos han dicho, ¿perdona?”.

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Algunas lo abandonaron simplemente por comodidad, otras siguieron tendencias como el #nobrachallenge, uno de esos desafíos digitales donde mujeres se fotografiaban vestidas sin sostén; sea como sea, estamos atravesando un periodo en el que varias mujeres al mismo tiempo le dieron un adiós indefinido a esta prenda.
La pregunta que muchas se hacen es: ¿y ahora qué? Eso porque existen bastantes mitos en torno a dejar de usar sostén, y para no caer en desinformaciones —o creencias populares— conversamos con dos especialistas en la anatomía de mamaria.

¿Se caen los pechos al dejar de usar sostén?

“Lo único más o menos claro es que usar o no sostén no tiene ninguna correlación con la caída de las mamas”, afirma Andrea Huneeus, ginocóloga infanto-juvenil de Clínica Alemana, y autora del libro Sexo Inteligente. “Los sostenes son una forma de sujeción de las mamas, que ayuda a afirmarlas para tenerlas más cómodas o para que se vean de una manera diferente, pero no tiene ningún efecto terapéutico en prevenir su caída”, afirma.

Según Jaime Letzkus, mastólogo y especialista en cirugía oncoplástica y reconstrucción mamaria, el uso de sujetador, que se remonta a la antigua Grecia, se debía a fines más estético, con el único efecto de realzar el busto. “No existía el concepto de prevención de caída de la mama”.

“En Francia, durante la Edad Media, cuando se empezó a usar el corsé, se hizo para darle una figura más femenina y exuberante a las mujeres; era casi una obligación llevarlos en la corte, y de esa prenda se deriva a los actuales sostenes”, agrega Letzkus, quien también es de la Universidad de Chile y director de la Sociedad Chilena de Mastología. Fue en 1914, de hecho, cuando Mary Phelps Jacobs patentó el primer diseño de sujetador.

“No hay argumentos científicos que respalden o censuren el uso del sostén para evitar lo ptosis mamaria”, dice Letzkus sobre el nombre que se le da a la caída del seno. “Esta es una asociación poco estudiada por tratarse de un problema más bien estético”.

Cuando el sostén es un aliado

Para quienes tengan poco busto, no usar sostén puede traducirse en una libertad absoluta, pero para aquellas que tienen un volumen mayor, el sostén se trasforma en el aliado contenedor que necesita tu espalda.

“En teoría”, expresa el mastólogo, “mitigar el efecto del peso y la gravedad con una herramienta de sujeción como el sostén podría evitar la elongación excesiva de los ligamentos de Cooper”, que son los que afirman las glándulas mamarias, y que se pueden resentir en algunos casos, como mujeres con mamas muy grandes, en periodo de embarazo, lactancia o poscirugías, o que realicen actividad física intensiva.

“Esa resistencia o fuerza que ejercen los ligamentos provocará que las mamas caigan en algún porcentaje, el que va a depender de la calidad del tejido de colágeno de cada mujer”, afirma Letzkus. Por lo tanto, no se puede predecir exactamente que si una chica de mamas grandes va a tenerlas firmes o caídas con el tiempo, “porque ahí depende de la calidad del tejido”.

Mala elección del sostén = dolores e incomodidad
Siendo así, usar o no sujetador no tiene contraindicaciones, salvo las relacionadas con la mala elección de un sostén, “que es un problema bastante frecuente de ver en la consulta médica”, apunta el mastólogo. Según él, muchas mujeres, y durante parte importante de su vida, compran y utilizan la talla incorrecta.

Cómo saber cuál es tu talla de sostén adecuada

“Varias consultas por molestia en alguna de las mamas se debe a que están usando el sostén inadecuado”, cuenta. “El 95% de mis pacientes no entienden la talla que compran o que realmente necesitan”. Por eso es que la mayoría de las mujeres, cuando se sacan el sostén, sienten ese alivio de volver a respirar, “ya que no pueden expandir el tórax adecuadamente”.

El sostén impide la oxigenación: mito
“La elección de la prenda y los materiales de fabricación inciden en el confort”, dice Letzkus, “pero más allá de eso, salvo situaciones que produjeran un estrangulamiento, que no me ha tocado ver nunca, no veo asociación entre el uso de sostén y la falta de oxigenación de la mama, ni mucho menos de alteración del drenaje linfático”.

Lo que Andrea Huneeus sí ha visto es que como los sostenes comprimen tanto la parte inferior de la mama, se produce una falta de oxígeno en los ligamentos que la suspenden y afirman. “Ellos se pueden debilitar con el uso de sostenes muy apretados, lo que se podría traducir en una mayor caída de las mamas”, dice la ginecóloga.

Usar sostén fomenta el cáncer de mama
Otro mito más. De forma tajante, Hunneus comenta que el sostén “no tiene ninguna correlación con el cáncer de mamas”. Según Letzkus, hay varios estudios que demuestran que el sostén no produce ni aumenta el riesgo de producir cáncer.

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Cuidado con lo que crees

De acuerdo a los conocimientos médicos que nos entregaron los profesionales, el uso de sostén solo se debe sustentar en la opción personal de cada mujer, de sus gustos y necesidades.

“Es una decisión personal, que puede estar basada en criterios de índole prácticos, estéticos, de comodidad, o de moda; si alguien decide no usarlo es también su elección”, detalla Letzkus. Por eso opina que debe evitarse la reproducción de argumentos que no estén basados en evidencia científica, sobre todo si se trata de asociar su uso a enfermedades graves como el cáncer”.

Más allá de usar sostén o no, él hace hincapié en la importancia del chequeo preventivo, ya que esta enfermedad es una de las más frecuentes en países desarrollados y en vías de desarrollo, siendo considerada por la Organización Mundial de la Salud como “uno de los principales problemas de salud pública en el mundo”.

Según las estadísticas nacionales que maneja el Ministerio de Salud, hasta antes de la pandemia en Chile se diagnosticaba un nuevo caso de cáncer de mama cada tres horas, afecta principalmente a mujeres mayores de 15 años.

En un informe publicado en enero de 2019, esta misma entidad detalló que “en el caso de América Latina, se ha previsto que la mortalidad por cáncer aumentará en un 106% en los próximos años”, por lo que la prevención y los chequeos anuales son de alta importancia.

La normalización de dejar el sostén

Durante los setenta, diseñadores como Halston confeccionaban vestidos para lucir sin sostén, e íconos del momento, como Brigitte Bardot o Jane Birkin, los vistieron sin problema en varias ocasiones.

Pero todavía su no-uso sigue siendo un tema social, incluso en la virtualidad: plataformas como Instagram todavía censuran las fotos o videos donde se ven pezones de mujeres, mientras que las tetillas de los hombres no son sancionadas. Por otro lado, en varios recintos escolares las adolescentes pueden ser amonestada si no los visten, ya que muchas personas consideran que no usar sostén es escandaloso.

“No usar sostén puede ser una bandera de lucha como un estilo de vida; lo importante es no sentirnos sometidas a una regla social y actuar con libertad”, reflexionó Bárbara Pino, directora del observatorio de moda Modus, de la Universidad Diego Portales, en un artículo para Paula.

¿Te molesta que el pezón demuestre su existencia al estar reaccionando con las diferencias de temperatura? Considerando que estamos en el 2021, y que los mismos hombres pueden llegar a tener este problema, la discusión está más relacionada a la estrechez de pensamiento y a las conservadoras normas sociales que a otra cosa.

“Ha habido una reevaluación general de lo que las mujeres quieren en su lencería. La confianza y la comodidad están triunfando “, opina Vanessa Friedman, crítica y directora de moda de The New York Times. Estamos claramente ante un cambio de paradigma: la apariencia ya no es la prioridad sino que gustarse a sí misma y encontrar comodidad en nuestra propia piel. Algo que Rihanna ya nos viene enseñando desde el 2014, cuando apareció vestida con un traslúcido vestido de diamantes.

“¿Te molestan mis pechos? ¡Pero si están cubiertos de cristales de Swarovski!”, fue lo que contestó la cantante en ese momento, cuando fue a recoger su premio CFDA. Un momento que hasta hoy derrocha empoderamiento y confianza, algo que todos —seamos del género que seamos— podríamos cultivar.