Hay que guerrear en el campo de batalla para lograr un ideal, a veces, también hace falta una mente brillante para incentivar y brindar apoyo a quienes luchan en la primera línea, correr riesgos y compartir ideales para el bienestar de muchos por una causa justa. Para eso también se debe estudiar y conocer, investigar y ser honorable en tus ideales. Ser mujer en la época de la Independencia de Chile era entrar a la sumisión, la historia de la lucha por la independencia de los países latinoamericanos está contada por hombres, más en Chile, hubo muchas mujeres que con valentía e inteligencia se unieron, para lograr la tan ansiada Independencia, a los avances patriotas chilenos como Luisa Recabarren Aguirre de Marín, mujer, esposa y madre. Su vida me insta a escribir de su persona, admirando su gestión y fortaleza frente a adversidades sin cejar jamás en su ideal, en su tesón al guardar un secreto y en arriesgarlo todo para una causa justa, la Independencia completa, total y absoluta de Chile
Si obedeces todas las reglas, te perderás toda la diversión
Khatarine hepburn
María Luisa Recabarren Aguirre
26 de mayo de 1777, Coquimbo, La Serena, Doña Josefa Aguirre y Argandoña y Don Francisco de Paula y Recabarren y Pardo de Figueroa fueron padres de una linda niña, inteligente y suspicaz llamada María Luisa. En 1785 quedó huérfana de padres y fue cuidada bajo el amparo de sus tíos Don Estanislao Recabarren, quien tenía por cargo ser Deán de la Catedral de Santiago (algo similar a ser un Vicario hoy en día) y doña Juana Recabarren, trasladándose a Santiago, ellos fueron quienes les dieron buenos ejemplos y educación cristiana, se dice por ahí que dominaba a la perfección el francés y la literatura francesa, cosa poco común para hoy en día, pero en ese tiempo era normal en la alta sociedad, creció siendo inquieta intelectualmente, cosa que le favorecería más adelante para ser una buena casadera, convirtiéndose en una dama de alta sociedad muy intelectual. Actuó como partera, efectuó obras de caridad. En la casa de sus tíos, se reunían los más distinguidos sacerdotes y letrados de su época, lo que le permitió adquirir una gran preparación intelectual. Luisa Recabarren gozaba de ilustración y fortuna. Ella brillaba tanto en belleza como también en inteligencia, tenía espíritu y corazón, todas estas características sedujeron en forma casi mágica a Don Gaspar Marín de Poveda y Esquivel, quien además de encontrarla hermosa también fue seducido por su juventud, pero de la eterna, esa que jamás se marchita con los años, la juventud de las grandes ideas y sueños de libertad.
En 1796, se casa enamorada con Don Gaspar, notable abogado, quien contribuye a desarrollar más aun su intelectualidad, fruto de este matrimonio nacen 6 hijos, se dice que fue ella la profesora de sus hijos, el éxito de sus enseñanzas es bien conocido, pues de su hogar salieron entre ellos la famosa poetisa Mercedes Marín del Solar y los intelectuales Juan Ventura Marín y Francisco Marín.
Cuando sobrevino el movimiento revolucionario de 1810, en el cual su esposo tuvo una activa participación, ya que sería secretario de la Primera Junta de Gobierno, su casa se convirtió en el centro estratégico de discusión y tertulias de célebres patriotas como Camilo Henríquez, Argomedo, Benjamín Vicuña Mackenna y tantos nobles que luchaban por la libertad, se dice además que estos hombres escuchabas sus consejos, así se convirtió en la gran anfitriona de los “Cerebros de la Revolución”. También se cuenta que ella demostró gran habilidad para manejar los negocios de su marido.
La Reconquista ofreció a Luisa la oportunidad de dar a conocer lo noble e ideológico de su corazón, ante el deplorable espectáculo que ofrecía la ruina de la obra de la Independencia. Ella no se abatió ni un solo instante, tenía una fe ciega en el resultado final y cuando todo parecía perdido, Luisa aseguraba que era imposible volver a esclavizar a un pueblo que ya conocía el dulzor de la libertad.
En octubre de 1814, cuando los españoles, sintiéndose victoriosos por el retroceso de la causa independentista, perseguían a los patriotas, Gaspar Marín tuvo que escapar y ocultarse en un lugar retirado. Luisa siguió viviendo en su casa, pero a las altas horas de la noche se deslizaba a solas por las sombrías calles hasta llegar al rincón donde Gaspar se ocultaba, algunas pocas horas juntos dulcificaban los pesares que enfrentaban. Sin embargo, no pudieron repetirse ya que Gaspar se vio obligado a emigrar a Mendoza, Argentina. Luisa tuvo que enfrentar dos adversidades, la completa falta de recursos, ya que sus bienes fueron confiscados por el gobierno español y el golpe dado por la ausencia de su esposo. Desafiando los peligros amenazantes, Luisa se comunicaba con Gaspar por carta, ahí le relataba los acontecimientos políticos y él hacía lo mismo para ayudar en la causa, al momento de recibir una carta desde Mendoza, ella buscaba a los patriotas o los reunía en su casa para darles cuenta de lo que sucedía, reanimando sus abatidos espíritus.
Pero, como todo en la vida se sabe, estos hechos llegaron a oídos de Casimiro Marcó del Pont, Gobernador español en Chile, y creyendo que ella mantenía correspondencia con Manuel Rodríguez, ya que entre los papeles recolectados en Melipilla, se citaba a Luisa como “una persona que se encontraba presente en la lectura de cierta carta circunstanciada de San Martín”, Marcó pensó que la clave con la cual podría conocer los nombres de las personas comprometidas en esta revolución era Luisa (y lo sabía realmente) exigiéndole grotescamente que le diera los nombres de los patriotas para desbaratar la revolución, fue completamente inútil tal exigencia ya que calló sin que saliera un nombre de su boca y para doblegar tal falta de desobediencia la castigó llevándola al Monasterio de las Agustinas el 4 de enero de 1817. La bella prisionera silenciosa debió sufrir amargamente su encierro junto a Rosa Valdivieso y Ana María Pérez-Cotapos, ya que en el monasterio aún se conservaba el espíritu feudal de la colonia, aunque recibió mejores tratos por su condición social. Su estadía fue breve, el 12 de febrero de 1817, con la Batalla de Chacabuco que marcó el triunfo patriota y con ello La Independencia de Chile, fue liberada.
Prontamente regresó Gaspar a Chile y volvió a su vida, falleció en 1839 en Santiago
Por: Pamela Aguilera
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