El mundo entero celebra una nueva Semana de la lactancia materna, como cada año, con campañas que enumeran los enormes beneficios de amamantar, tanto para la mamá como para el bebé. Entre los más nombrados, se dice que es el alimento más completo, que genera el apego, entrega inmunidad, reduce el riesgo de enfermedades e incluso aumenta el coeficiente intelectual. Nadie podría estar en contra de una práctica tan beneficiosa y negar lo que dice la ciencia sería tapar el sol con un dedo.
Sin embargo, existe una realidad que se esconde bajo la alfombra, una realidad silenciosa, que pocos se atreven a hablar por miedo a ser apedreados, y es que estas campañas excluyen a un enorme universo de mamás que no lograron amamantar de manera exitosa, o que optaron por no hacerlo. También omiten a familias monoparentales, niños criados por sus abuelos u otros familiares y un sinfín de situaciones que no acompañan el concepto de “familia feliz” que se nos enseñó.
Sin embargo, nos queremos enfocar en la mujer. ¿Cómo afecta a la salud mental de estas mujeres en etapa de puerperio que las bombardeen con propaganda que les dice que si no amamantan, sus hijos serán menos saludables? La presión social que se ejerce sobre ellas es enorme: la salud y el bienestar de sus hijos está en juego. Por eso nuestra meta no es erradicar esta campaña, sino que sea inclusiva para todos.
Los últimos años las mujeres han avanzado a pasos agigantados en la reivindicación de sus derechos, y una de las consignas más bulladas de esta nueva ola feminista ha sido la de «mi cuerpo, mi decisión». Eso en cuanto al aborto, pero pareciera que cuando hablamos de lactancia el cuerpo deja de ser tuyo. Entendemos los puntos y beneficios que estas campañas indican, pero esto no puede estar sobre la autonomía y la capacidad de decidir de una mujer.
¿Con esto hacemos un llamado a no amamantar? Por supuesto que no. Nuestra meta también es que una mujer que decide amamantar lo haga tranquila y sin ser apuntada con el dedo, ya sea por la edad de su hijo o por hacerlo en un lugar público. También hay que trabajar duro para que podamos conciliar lactancia y trabajo. Nuestro llamado es a generar instancias inclusivas que apoyen también la lactancia en los diferentes tipos de familias que existen hoy en nuestra sociedad.
Gracias a los avances médicos de las últimas décadas, hoy en día las leches de fórmula son un alimento perfectamente completo para los niños desde el momento de nacer. Pensamos que se pueden difundir las bondades de la leche materna sin atacar ni discriminar a quienes recurren a alimentar a sus hijos con leche de fórmula, sea por opción o por necesidad. Ensalzar una leche en desmedro de la otra no hace más que generar una guerra innecesaria entre mujeres haciendo que triunfe el patriarcado, cuando los desafíos de la lactancia debiesen ser un tema que nos una a todas. Y estas diferencias no solo nos dividen a nosotras, sino que discriminan a los niños que no han sido amamantados de manera exclusiva, creando la ilusión de que existen niños de primera y de segunda categoría.
Por eso es necesario que avancemos como sociedad y comprendamos que el apego seguro hoy en día es más que solo amamantar. Comprender que también hay lactancia materna con leche de tarro y que las mamaderas se dan con el mismo amor; que existe la lactancia mixta, la lactancia diferida, la lactancia por sonda. Visibilizar que hay mamás que no tenían suficiente leche, mamás a las que se les hizo difícil, o mamás que simplemente no quisieron hacerlo, y eso también debe ser respetado. Mamás adoptivas, mamás con VIH, mamás transgénero a las que les decimos que su lactancia es «artificial», lo que es tremendamente discriminatorio y cruel.
Y por último, hay papás y otros cuidadores y cuidadoras que también juegan un rol importante hoy en día en la lactancia de los niños y que también deben ser considerados en la ecuación. La lactancia materna es diversa y beneficiosa en todas sus formas, dejemos de instalar la idea de que amamantar es la única forma de ser buenos con nuestros niños.
El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador y de Decido Informada.
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